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  • Foto del escritorAldo Frites

Análisis político de la coyuntura y más allá

La Plataforma Socialista ha venido debatiendo en los últimos tiempos sobre el acontecer político nacional y las perspectivas de su evolución en el mediano plazo. De estos debates ha surgido un conjunto de consensos políticos que se considera importante socializar entre quienes simpatizan con las ideas socialistas y, más allá, en la izquierda. La PFS también ha reflexionado sobre su propia existencia y papel, llegándose asimismo a un conjunto de consensos importantes, que se considera relevante consignar y transmitir.

 


1. La Plataforma Socialista


Desde hace un tiempo se ha venido debatiendo respecto a la Plataforma Socialista como tal, su identidad y rol, llegándose a un conjunto de consensos que se resumen a continuación:

  • Se coincidió en una amplia valoración de la iniciativa y de la riqueza que proporciona este espacio de reflexión y debate político sustantivo, uno de los pocos que existen hoy en la política nacional. Se coincidió que hay un alto nivel de densidad política entre todos y todas sus participantes y que este puede ser un capital al servicio de quienes comparten un ideario socialista, independientemente de dónde su ubiquen hoy orgánicamente.


  • Se coincidió en definir la PFS como un espacio de reflexión y debate político encaminado a incidir en los procesos políticos en curso y a jugar un papel de articulación del conjunto de quienes comparten una sensibilidad o visión socialista, buscando privilegiar la convergencia entre las fuerzas de izquierda, sea que ellas se expresen a través de diferentes iniciativas orgánicas o a través de diversos movimientos sociales, a cuya imprescindible articulación se aspira a contribuir.


  • Se coincidió en que uno de los grandes déficits de las fuerzas de la izquierda en el presente, es no contar con un proyecto y una visión estratégica más o menos compartida. Ello se considera clave para poder enfrentar adecuadamente el proceso constituyente y las grandes definiciones que vienen respecto a los contenidos de la nueva Constitución. Se coincidió que en ello la PFS puede y debe hacer una contribución, como parte de su aspiración a incidir en los grandes procesos en curso. Se acordó definir un itinerario y una forma de trabajo regular y permanente en grupos temáticos, de modo de ir produciendo un proceso acumulativo de contenidos y definiciones, a someter al debate de las fuerzas de la izquierda a través de diversos mecanismos (blogs con artículos, foros, reuniones políticas virtuales, etc.).


  • Se coincidió en que hay grandes cambios en curso en el mundo y en Chile, en algunos casos acelerados por la pandemia, sobre los que debemos reflexionar porque nos obligan a re-conceptualizar muchos fenómenos que antaño definíamos de una cierta manera y que hoy debiéramos ver bajo una nueva luz, como: el Estado y su rol; el sentido diverso de la propiedad y la nueva categoría de “bienes comunes”; los feminismos como opción política de construcción de la nueva sociedad; la disyuntiva aparente entre igualdad y libertad; los fenómenos intersticiales entre empresa y lucro; la información como valor de mercado con los big data, la trazabilidad y el control de la autonomía de los individuos; los efectos reestructuradores de un modo de producir y de vida impulsados por el cambio climático y hoy por la pandemia; etc. Todos estos temas debieran nutrir la reflexión, el debate y las definiciones que estarán o deberán estar presentes en el debate constitucional y en un proyecto socialista de país. Serán las coincidencias en torno a esos temas y otros de similar envergadura los que permitirán definir mínimos y máximos a exigir así como los que marcarán la frontera entre quienes nos definimos hoy de izquierda y los que, más que nada por razones históricas, dicen asumir tal identidad. Ellas orientarán también las decisiones que haya que tomar respecto a con quiénes buscar acuerdos y alianzas, con quiénes no y contra quiénes luchar.


  • Se coincidió que, respecto a la coyuntura inmediata y a la de mediano plazo relativa al proceso constituyente, la PFS debe tener una actitud y conducta convergente, sin entrar a disputar espacios ni a competir con otras expresiones del “área socialista” ni de la izquierda, sino haciéndose parte de iniciativas que otros tengan y que se compartan o se invite a otros a iniciativas generadas por la PFS, con el ánimo de ir contribuyendo a una creciente articulación de las fuerzas socialistas y de la izquierda, y con los movimientos sociales.


2. Coyuntura política y proceso constituyente


  • Hay consenso en que la coyuntura política está marcada por dos grandes procesos. Por un lado, la pandemia y el manejo técnico-político desastroso que ha tenido el gobierno, y qué correspondería hacer al respecto a las fuerzas de la izquierda (tanto de oposición parlamentaria como de oposición en construcción orgánica por diversos caminos). Por el otro, el proceso constituyente, cuyo hito más cercano es el plebiscito de entrada de octubre próximo y las maniobras respecto a su realización (si se hace y cómo se haría si se hace), y qué posición deberían asumir las fuerzas de la izquierda al respecto, cada cual desde las versiones antes aludidas.


  • Hay consenso en que las dinámicas al interior de aquella parte de la izquierda que está en proceso de construcción orgánica a través de diversas alternativas (FC, UNIR, PFS, a lo menos) parecieran estar marcadas por una cierta tendencia a diferir en temas de coyuntura, pero a converger en sentirse todas ellas como parte de una gran “área socialista” y de izquierda. En suma, parecemos tender a diferir más en cuestiones de coyuntura que en cuestiones del mediano y largo plazo. Aunque se coincide en que tampoco está muy claro que las diferencias en torno a la coyuntura sean propiamente tales. Por un lado, no hay un debate entre estas diferentes expresiones orgánicas del “amplio socialismo” y, por otro, se entiende que éstas están a su vez en proceso de construcción identitaria, con diversos horizontes temporales, algunas marcadas por el proceso constituyente y otras marcadas por aspirar, aunque tímidamente aún, a proyectarse como nuevas expresiones orgánicas de izquierda, con una perspectiva algo más estratégica.


  • Asimismo, se constata que en la coyuntura lo que tiende a predominar es la existencia de ciertos muros entre las diferentes fuerzas, a imponerse los intereses corporativos pequeños por sobre los intereses de la izquierda y de los sectores populares, o incluso los conflictos internos existentes en algunas de ellas. Se constata también que se está viviendo una especie de interregno caracterizado por un alto nivel de liquidez en la situación política en general, no sabiéndose bien hacia donde van a derivar algunas de esas expresiones orgánicas, si van a subsistir o si se van a refundir con otras. Y hay mucha gente en proceso de búsqueda. Todo ello hace que debemos tener claro que los intentos de unir a las fuerzas de la izquierda en la actual coyuntura se enfrentarán, simultáneamente, con dinámicas unitarias pero también con dinámicas diferenciadoras. Estas últimas desde luego entre las fuerzas tradicionales y el resto de las fuerzas nuevas de izquierda, pero también entre éstas, algunas en proceso de construcción identitaria y otras que ni siquiera han definido aún sus horizontes de institucionalización.


  • Hay consenso en que los procesos que viven las fuerzas de la izquierda se dan en un contexto general de tensiones que se están dando al interior de diversos partidos de la oposición. Existen dinámicas de disputas de conducción e incluso de reorganización que aún no está claro hacia dónde irán apuntando en cada caso y en el conjunto. Existe un período de gran liquidez política y se debe estar alerta respecto a las dinámicas que se vayan imponiendo. En tal contexto, hay espacio para incidir con propuestas bien maduradas y debidamente socializadas a través de un debate amplio e inclusivo.


  • En cuanto a la coyuntura política misma, compartimos una percepción respecto hacia dónde van o deberían evolucionar las cosas en el país, aunque podamos tener matices en la apreciación de diferentes hechos políticos puntuales, lo que no es extraño dada la liquidez general de la situación.


  • Se constata, con preocupación, la inmensa incapacidad e ineptitud del gobierno para gobernar el país, para entender lo que está ocurriendo en nuestra sociedad –que quedó ya en evidencia con ocasión del estallido social de octubre del año pasado–, lo que han sido las dinámicas de esta pandemia en el mundo, desaprovechando culpablemente la rica experiencia en estrategias y resultados diferentes en distintos países y actuando de manera excluyente prepotente y ciega, además de politizar el tema desde el inicio y a lo largo de todo su manejo. La Derecha ha mostrado en toda su extensión su profunda incapacidad de gobernar. Eso es lamentable por el país y también es peligroso para la estabilidad de la democracia porque históricamente la derecha recurre a la fuerza y la represión violenta cuando no puede controlar o conducir los procesos mediante a razón y el entendimiento. Algunos de sus personeros, que han tenido mayor sensibilidad para percibir la naturaleza y profundidad del drama social que vivimos con el estallido social y con la pandemia, no son escuchados.


  • Hay consenso en que nos encontramos en una situación compleja por las diferentes iniciativas de algunos personeros de lo que va quedado del antiguo “partido del orden”, que buscando acuerdos por el costado con la derecha, tratan de generar “acuerdos nacionales” de un arco de fuerzas que procuran ir creando en la coyuntura una especie de “cerco institucional” anticipado a los desbordes con que el movimiento social pueda expresarse una vez que la pandemia vaya cejando, re-editando un 18-10 2.0. Esto, sin que se considere que el carácter de un nuevo 18-10 puede ser muy diferente al original, dado que se dará en un contexto en que la pandemia ha dejado más dolorosamente al desnudo el drama denunciado por el estallido social de las profundas desigualdades existentes, cómo hoy éstas mandan derechamente al hambre a miles de compatriotas, cómo afectan las posibilidades de cuidarse y hasta sobrevivir. Se constata que casi todos los días se producen movilizaciones y manifestaciones diversas en diferentes puntos de las ciudades del país, que los medios de comunicación ocultan, en que la gente protesta porque tiene hambre, porque no cuenta con el apoyo real del gobierno, porque ve al mundo político enfrascado en debates estériles en general, a excepción del inmenso esfuerzo que hacen los municipios, que ya se están quedando sin recursos, así como los servicios de salud. El nuevo 18-10 no sólo será contra el modelo y la camisa de fuerza constitucional sino que también será desde el sufrimiento profundo, desde el hambre y la sobrevivencia, desde la falta de cuidado real por parte del gobierno de los que menos tienen, por la manipulación politiquera del hambre y de la propia crisis sanitaria a través de la distorsión y ocultamiento de la información, por estrategias profundamente erradas de contagio de rebaño que sólo han traído más sufrimiento y muertes especialmente en los sectores populares. Porque, además, si algo ha quedado claro también es que el gran reclamo de la gente de ser tratada con la más elemental dignidad y respeto y desde un restablecimiento de la ética pública en la gobernanza del país, ha quedado también seriamente cuestionado por la forma en que el gobierno y la dirigencia política se han comportado en la coyuntura. La brecha ya existente se ha profundizado.


  • Hay consenso en que el intento de restablecer el “partido del orden”, al que confluyen una buena parte de los dirigentes de los más importantes partidos de la Oposición, se ha hecho funcional a la estrategia del gobierno derechista, que se mueve en dos niveles. Por un lado, se trata de aplacar el descontento popular pasando leyes que otorgan algunos magros beneficios a reducidos grupos de compatriotas pero protegiendo el bolsillo de los más ricos, y promoviendo medidas politiqueras, como el reparto de cajas de alimentos, existiendo medidas más eficaces y dignas para aliviar la angustia de la gente por sobrevivir. Por otro, con el pretexto de dotarse de herramientas para controlar mejor la pandemia y las medidas de cuarentenas y otras, el gobierno y la derecha se prepararan para un control militarizado y violento contra quienes se movilicen ahora y en la situación post pandemia. En otro nivel y en paralelo, la Derecha busca además crear acuerdos y pactos con esos mismos partidos opositores para tratar de evitar que se genere un escenario de cambios radicales a la Constitución vigente, comenzando a poner en duda el escenario plebiscitario de octubre y tratando con ello de eliminar la posibilidad de una masiva participación ciudadana que pueda terminar en un cambio de los pilares del modelo económico y de la institucionalidad que tanto la ha beneficiado. En definitiva, lo que va quedando de ese “partido del orden” se está jugando, en aras de una malentendida paz social y unidad nacional, por mantener el modelo y la institucionalidad vigente, con algunos remozamientos que recojan algunas de las demandas ciudadanas para dotarla de algún nivel de legitimidad social. La Constitución así pactada se legitimaría institucionalmente a través de un Congreso con facultades constituyentes o alguna alternativa controlable. Se constata, no obstante, que si se quisiera cambiar el escenario plebiscitario se requiere el concurso de al menos una parte de la Oposición con sus votos en el Congreso para modificar la ley orgánica constitucional que fijó el itinerario constituyente. Sin embargo, viendo su desempeño en el período, no da seguridades que lo que los partidos de oposición que concurran al acuerdo pudieran acordar con la Derecha vaya a favorecer los intereses populares. En esta estrategia conservadora, en que participan algunos dirigentes de partidos de la izquierda tradicional, encaminada a cerrarle espacios a las demandas de cambios estructurales del movimiento social, poco papel queda para las expresiones de la otra izquierda, y se hace difícil su unidad.


  • Hay amplio consenso en considerar que el escenario post-pandemia se presenta complejo y que las proyecciones que se puedan hacer de las formas concretas que vaya tomando no cuentan aún con información suficiente como para establecer tendencias con cierta seguridad. Por un lado, se coincide que los sectores populares quedarán profundamente dañados y golpeados por la cesantía, la pobreza masiva y el hambre extendida provocados por la pandemia y su manejo, además de ser severamente castigados si deciden recurrir a la movilización social para hacer valer sus derechos y su voz. Todo ello podría minar su voluntad de lucha. Por otro, se constata que en las actuales condiciones en esos sectores ya se están produciendo movilizaciones casi cotidianas de protesta y rechazo a las ineficaces acciones del gobierno para enfrentar la pandemia y sus consecuencias económico-sociales y humanitarias. La gente está expresando cada vez con más fuerza su rabia y descontento, lo que podría augurar que tan pronto se relajen un poco las medidas de confinamiento eso se exprese en movilizaciones que podrían ser violentas por el hambre que estará azotando fuertemente a esos sectores, sin que la represión logre acallarlas. Se coincide en que comoquiera que sean los escenarios que finalmente se den, serán muy complejos y duros y requerirán más que nunca que se trate de producir la más alta sintonía posible entre las fuerzas de la izquierda y el movimiento social y territorial, superando desconfianzas barreras. En tal contexto las diferencias entre las distintas expresiones de la izquierda, algunas quiéranlo o no funcionales a la estrategia del régimen y otras en franco curso de colisión con éste, quedarán evidenciadas. Habrá que estar muy alertas al decurso de los acontecimientos, para actuar en consecuencia.


Grupo de Análisis Político, Plataforma Socialista

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