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  • Foto del escritorAldo Frites

La UP pensó un socialismo para Chile, hoy la izquierda es incapaz de pensar un proyecto político así

Michelle Peutat representa a las nuevas generaciones de la izquierda chilena, generaciones a las que le toca madurar en medio de una pandemia y un estallido social que azota al país trasandino. Abogada, la joven magallánica que hoy reside en Santiago de Chile se define militante socialista, feminista, y fanática de Colo Colo. Nos “recibe” virtualmente desde su casa en la capital chilena, luego de una jornada de trabajo, cruzando comunas con distintas reglas en torno a la pandemia, algo que Michelle apunta como un motivo fuerte de desigualdad. “Las comunas que hoy están abiertas son aquellas en donde la gente pudo trabajar desde la casa sin perjuicio económico, mientras que en aquellas con alta población migrante e informal ya llevamos cinco meses de cuarentena”, explica, al tiempo que apunta la responsabilidad de un sistema productivo que no conoce de frenos. “Uno de los problemas fue que la industria del cobre, tan importante para la economía chilena, no frenó, y los mineros iban desde la capital y volvían. Lo mismo pasó con la industria pesquera por ejemplo”, ilustra mientras se acomoda para la charla. También hay palabras para una de las cuestiones que más se han llevado los titulares en los últimos meses: la brutalidad policial. “Si seguimos así, en octubre vamos a haber tenido un 80% del año con toque de queda. Es una cifra brutal”, denuncia.

 

La entrevista con Michelle gira en torno a una larga serie de ideas y problemáticas que tienen como excusa un hito fundacional de la izquierda chilena y americana: el 50° aniversario del triunfo en las urnas de Salvador Allende y la Unidad Popular, en 1970.  A lo largo de la charla, Michelle reflexiona sobre las enseñanzas de aquella proeza para la izquierda hoy, el estado de situación en una Chile conmovida por la pandemia y el proceso constituyente y una advertencia central: “Estamos a tiempo de evitar un triunfo de la derecha, pero la izquierda debe dejar de conformarse y darse cuenta de esto antes de que sea tarde”.


Sociedad Futura: Se cumplen 50 años del triunfo de la Unidad Popular y Salvador Allende, en medio de una suerte de crisis de la izquierda chilena, con la aparición de actores nuevos como el Frente Amplio con Beatriz Sánchez, el quiebre de la Concertación y la candidatura más centrista de Alejandro Guillier en 2017… ¿qué enseñanzas nos deja ese triunfo para el escenario de hoy?


Michelle Peutat: Sí, yo creo que hay una crisis, hay varias crisis. Antes de hablar de la izquierda, hay que decir que hay un descrédito, no solamente hacia los partidos políticos sino también hacia la institucionalidad, al Estado en su conjunto. De ahí que una forma de viabilizar el estallido social sea el proceso constituyente. Tiene que ver con una democracia un tanto agotada, incapaz de dar respuestas a las necesidades de la ciudadanía. De hecho, el otro día hablaba con una amiga de cómo este estallido social impacta, y decía que llegó un momento donde los cuestionamientos venían de todos los sectores, incluso los que no habían pactado. Es como si se hubiera acumulado la rabia. El ejemplo de la clase media es gráfico: no recibe apoyo del Estado ni tiene garantizados muchos de sus derechos sociales en la Constitución, y el sistema neoliberal soluciona todo con créditos y deuda, para estudiar, para consumir. Eso no fue viable y estalló. Ahora sí, compararlo con el proceso del gobierno de Allende y la Unidad Popular es clave. Cuando yo decía de la crisis de las instituciones, y lo vemos con partidos emergentes post-2011, como el Frente Amplio, está latente una incapacidad de la izquierda de pensar un proyecto político para las condiciones de Chile, del Chile de hoy. En gran medida, el proyecto de la UP fue uno de los tantos proyectos de izquierda en el mundo de la Guerra Fría, pero fue distinto a todos los proyectos socialistas porque fue genuinamente pensado por el socialismo para la realidad chilena. Creo que la izquierda, 30 años después del regreso de la democracia, no ha sido capaz de presentar ese proyecto. Y no se trata simplemente de un proyecto transformador, porque los debates de educación gratuita, o salud universal, o el sistema de pensiones están y hay muchos lugares comunes, pero no están pensados esos debates desde la perspectiva chilena. Esa es una gran deficiencia que hoy día tenemos y que deberíamos mirar procesos como el de la UP.


SF:  En una entrevista de la revista De Frente, en 2018, vos decías que aspirabas a la construcción de un poder popular y de base, algo que no veías ni en el PS ni en el FA. Con todo lo que venís planteando, y pensando siempre en espejo con la Unidad Popular, ¿creés que la izquierda chilena hoy es capaz de pensar en esa clave?


MP: Creo que en el triunfo de la UP hubo una gran dosis de construcción de poder popular, que en el fondo la llevó al triunfo. Hubo una gran movilización, no solamente de organizaciones sociales, sino de diferentes sectores, lo que permitió una legitimidad de proyecto tan grande que frente a todas las adversidades y condiciones pudo triunfar el 4 de septiembre de 1970. Yo creo que están dadas las cosas para pensar en un poder popular constituyente. Por algo es que se levanta con el estallido social la idea de una nueva constitución con tanta fuerza, porque la ciudadanía fue capaz de entender que con las trabas de un sistema político contenido en la Constitución de la dictadura, es muy poco lo que se podía hacer para transformar la realidad. Hay organizaciones sociales, asambleas territoriales que surgieron en el tejido social, que quizás no han sido capaces de madurar, y por otro lado están los partidos como estructuras institucionales constituidas que no han comprendido que hay formas de hacer política que ya no tienen cabida. Siento que hay una intención de tomar las demandas de esas asambleas pero no de trabajar en eso, no hay un trabajo en conjunto con ese mundo social desde lo político. Va a ser muy difícil avanzar en la legitimidad ciudadana que requiere un proceso de transformación del modelo. Sin esa legitimidad, sin esa movilización va a ser muy complicado enfrentarse al poder fáctico que tenemos opuesto, que es muy grande y concentra un gran poder. A veces creo que ilusamente somos incapaces de ver y dimensionar esto.


SF: Como si hubiera algo en el medio de esos dos mundos, el de los partidos y el de estos emergentes.


MP: Claro, una falta de comunicación, una muralla entre ambos mundos. Y estos dos mundos tienen que avanzar, hay que aprovechar este momento político y la oportunidad de dar ese giro. Yo creo que ha habido un poco de mezquindad de distintos sectores. También es entender que en la política no necesariamente se dan las condiciones que muchas veces uno quiere, pero que hay que seguir trabajando en pos de una construcción mayoritaria.


SF: Hablando de las protestas y del PS, cuando éstas empezaron, el senador José Miguel Insulza, viejo militante del socialismo y exsecretario general de la OEA, dijo que era partidario de “reprimir con energía”… ¿qué le pasó al PS de Allende para que hoy un senador de esa fuerza diga eso?


MP: Yo creo que el Partido Socialista, y en esto voy a ser muy lapidaria, de socialista solamente tiene el timbre. Le queda una linda historia, la más bonita de la construcción de la izquierda chilena. Le queda una red territorial y barrial, producto de una militancia de base popular, también hay que decirlo. Pero se ha ido alejando lamentablemente del ideario socialista, del proyecto ideológico que lo caracterizaba, lo ha dejado en un cajón con llave. Ese proyecto político que existió en el gobierno y que se enriquecía de las divisiones y diferencias internas, la pluralidad. Para mí por mucho tiempo esto era parte de la riqueza del PS, que le daba esa impronta tan chilena, tan genuina. El partido abandonó un poco eso, quizás por la transición, el exilio, la persecución, muchos militantes detenidos-desaparecidos. Es entendible en ese sentido, pero ya después de 30 años es injustificable que no haya podido recuperar esa identidad de izquierda. La llegada al poder del partido (NdeR: con el gobierno de Michelle Bachelet)  terminó acelerando ese alejamiento de las raíces, sin democracia interna. El ejemplo que das de Insulza es parte de esto. El PS ha perdido su sensibilidad con la vulneración de los derechos humanos que se dio durante el estallido, como lo que sucedió en la Araucanía, o el viernes pasado (NdeR: 28 de agosto) en la Plaza Dignidad, donde Carabineros golpeó a un joven que llevaba la bandera mapuche. Ya no se inmuta cuando el Instituto Nacional de Derechos Humanos dice que no son violaciones sistemáticas. De todos modos, quiero señalar que en Chile se está cuestionando toda la estructura institucional, también por ejemplo el Poder Judicial, que no era muy cuestionado. Hay algo que pasa en el sentido común de la ciudadanía chilena.


SF: Cuando hablabas de sentido común pensaba en Íñigo Errejón, fundador de Podemos, que dice que la izquierda debe luchar por darle significado a ese sentido común, porque sino lo toma la derecha. En Chile tenemos a Joaquín Lavín encabezando las encuestas, y emergen figuras como Felipe Kast aún más a la derecha… ¿la izquierda chilena está a tiempo de canalizar el estallido y evitar un escenario como Brasil?


MP: Yo creo que ante todo, estamos muy a tiempo de evitar un triunfo de la derecha, pero la izquierda debe dejar de conformarse y darse cuenta de esto antes de que sea tarde. No podemos llegar a la elección presidencial sin darnos cuenta, porque ahí vamos a estar a destiempo. De hecho, a propósito de lo que tú dices de disputar el sentido común, yo creo que también ha existido un poco de conformismo dentro de la izquierda de no dar ciertas disputas. Quiero ser muy clara, a veces parece que los medios, que son un poder económico real, o defienden esos intereses, marcan la pauta de cómo los políticos y la izquierda terminan haciendo política. Así llegamos a una perspectiva ególatra y masculinizada de quién asume el liderazgo y quién es el primero en hablar y perdemos la oportunidad de discutir ideas. Te doy un ejemplo: desde la izquierda no hemos sido capaces de discutir cuestiones de delincuencia y seguridad. El gobierno de Sebastián Piñera ha instalado la discusión atada a la cuestión migratoria, en clave racista y discriminadora. No fuimos capaces de disputar el sentido común, le dejamos el terreno ganado al enemigo, al sostén del modelo neoliberal. Por eso insisto en esto de la Unidad Popular, de pensar un proyecto mayoritario pensando en Chile, en el Chile que queremos construir.


SF: Una discusión clave en el proceso constituyente.


MP: Sí, exacto. Tengo la esperanza de que podamos pensar un Chile distinto. Y para eso hay que tener la mayoría de la constituyente para plasmar en la futura Constitución los derechos sociales y garantizarlos. Es una pelea que hay que dar, porque si no la lucha será un poco en vano. Hoy, Lavín y muchos liderazgos de la derecha, como saben que el triunfo va a ser arrollador, dicen públicamente que están por el “apruebo”, quieren capitalizar este movimiento. Si no somos capaces de dejar esas mezquindades de lado, lo van a lograr.


SF: Cuando comentás lo de la perspectiva masculinizante en el liderazgo político ponés sobre la mesa la cuestión del feminismo… ¿qué lugar ocupa el feminismo hoy en Chile?


MP: El movimiento feminista ha irrumpido en Chile con una fuerza, de una manera que nadie esperaba. Esto pasó incluso antes del estallido social, con una nueva ola feminista, de impronta universitaria, con mujeres que vienen trabajando en el feminismo desde hace mucho tiempo atrás. Porque no es algo reciente, ya había un movimiento de mujeres: ocurrió en la Unidad Popular con las mujeres pobladoras, y en la dictadura, similar a Argentina con las Abuelas de Plaza de Mayo, para luchar por la búsqueda de los detenidos-desaparecidos. En 2011 con las protestas estudiantiles también está presente el feminismo. Creo que lo más importante es que el feminismo interpela a través de cambiar la forma de hacer y construir política. Por eso decía lo de los liderazgos masculinizantes, el feminismo viene a proponer otro tipo de organización, otro tipo de entendimiento entre las compañeras.  No se trata solamente de la cuestión económica, sino de una institucionalidad que no piensa en nosotras.


SF: ¿Cómo es eso?


MP: Yo hablaba antes del Poder Judicial, ¿no? Hoy en día se lo cuestiona mucho por el caso de una joven que fue violada, y la justicia decide no poner en prisión preventiva a su violador. Esta joven (NdeR: Antonia Barra) se termina suicidando producto de no poder recibir el apoyo de su círculo social más cercano. El Poder Judicial es en gran parte responsable de su muerte. Por eso las mujeres salimos a protestar y a exigir que el procedimiento investigativo y penal tenga perspectiva de género. En el fondo el feminismo viene a romper esa forma de la política, a visibilizar una lucha contra un modelo y una estructura. La política tiene que aprender un poco de eso, cambiar esos liderazgos profundamente masculinizados. Tiene que ver con cómo se lidera, cómo se construyen mayorías, eso es lo que interpela el feminismo.


SF: Hay algo que deslizamos previamente y tiene que ver con Chile como parte de América Latina, y la UP como un triunfo de una izquierda latinoamericana, con perspectiva nacional. Hoy en día la región ha sufrido una fuerte ola conservadora, y se suma al fracaso humanitario de experiencias de izquierda como Venezuela. Chile fue uno de los primeros países en girar a la derecha con Sebastián Piñera… ¿qué papel cumple América Latina en el imaginario de izquierda chileno?


MP: Creo que en Chile, también producto de la herencia dictatorial, es algo difícil. La dictadura no solamente fue un modelo desigual e injusto, también moldeó culturalmente a una sociedad en un individualismo muy fuerte, en el no poder pensarse colectivamente. La política internalizó un poco eso y hoy no pensamos como región. Después de la Unidad Popular no tuvimos ese tipo de experiencias fuertes. Los partidos tradicionales no ven a América Latina. Creo que los problemas económicos que hoy sufre Latinoamérica tienen que ver con un poco esa ausencia de cooperación y trabajo colectivo entre las distintas realidades. El modelo económico aquí en Chile nos ha hecho súper dependientes de las economías internacionales. En ese sentido creo que la idea regional es una gran ausente en la izquierda chilena. Hemos aprendido a construir política de una manera individualista y muy poco colectiva. El desafío pasa por superar ese obstáculo, y no es solamente ganar una elección para después perder, sino construir procesos de la mano con lo que ocurre a nuestro alrededor, con realidades que son similares a la nuestra. Tenemos que ser capaces de dejar de lado este colonialismo permanente, no solamente en términos económicos, sino en ser un actor relevante en cómo defendemos los intereses de nuestra sociedad. Esa independencia es difícil y requiere procesos a largo plazo, pero la necesitamos.


SF: Vos fuiste militante del PS y te fuiste. En varios lugares, como en Argentina, hay estructuras partidarias históricamente de izquierda que hoy parecen querer alinearse a proyectos conservadores… ¿cómo fue el proceso de armar “otra cosa” y por qué hubo esa necesidad?


MP: Fue un proceso interno y externo. En términos personales fue muy difícil, porque por supuesto cuando uno está involucrado en la militancia y siente que gran parte de su vida es esa militancia, eso sucede. Pero era una pelea que no conducía a la construcción de una mayoría interna que haga un cambio, y ahí me dí cuenta que yo era militante del socialismo, no del Partido Socialista. Eso trasciende a la estructura organizacional, es algo que determina la vida de manera ética, política, ideológica. El socialismo está presente en muchos lados, en organizaciones territoriales, en asambleas. Cada vez que hablamos de injusticia, desigualdad, de relacionarnos con compañeras y compañeros también construimos socialismo. Desde el feminismo, que es súper variado, no es lo mismo un feminismo liberal que uno socialista. Entonces, cuando me di cuenta de todo eso, ahí precisamente comprendí que yo era militante del socialismo, no del partido con ese timbre. Y que había que forjar un escenario con la militancia para poder construir ese socialismo.


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