La estrategia de desarrollo que se ha propuesto el gobierno del Presidente Boric para terminar con el neoliberalismo exigirá modificaciones sustantivas de la política exterior y también de la política comercial, su complemento ineludible. Para impulsar las transformaciones productivas y sociales que den término al neoliberalismo se requiere redefinir la concepción de apertura indiscriminada al mundo, así como las alianzas internacionales. Paralelamente, hay que considerar que el apoyo internacional es un puntal fundamental para la defensa de la democracia y el nuevo gobierno.
El tipo de apertura externa que ha caracterizado a nuestro país en los últimos cuarenta años ha sido consistente con el modelo productivo exportador de recursos naturales y funcional a la existencia del lucro en el área social, como la educación, salud y previsión. Es lo que hay que cambiar.
En efecto, el desarrollo se ha confundido con crecimiento y exportación de materias primas. Y, a diferencia de los países asiáticos, por ejemplo, la política exterior no se ha utilizado para impulsar transformaciones tendientes a agregar valor a los procesos productivos y se renunció al desarrollo de la ciencia y nuevas tecnologías. La apertura externa indiscriminada, sin regulaciones, sirvió de apoyo entonces al neoliberalismo interno.
Así las cosas, la política exterior, de forma unilateral o mediante los Tratados de Libre Comercio (TLC), consolidó el extractivismo, multiplicando las exportaciones, pero principalmente de recursos naturales. Al mismo tiempo, esa política abrió sin restricciones las puertas al capital internacional, facilitando de paso también su invasiva instalación en las AFP, ISAPRES y universidades.
Este crecimiento, centrado en el aumento de las exportaciones de materias primas, conformó una economía regresiva desde el punto de vista del desarrollo humano, generando empleo precario, desigualdades sociales y regionales, depredación del medio ambiente y el agotamiento progresivo de los recursos naturales.
En la práctica, sin embargo, la estrategia neoliberal ha encontrado crecientes límites productivos y sociales. La escasa diversificación económica ha multiplicado el trabajo informal, ha frenado tanto la productividad como el propio crecimiento y, paralelamente, la apertura indiscriminada al capital internacional ha servido para consolidar el lucro en el área social (educación, salud, previsión, vivienda, etc.), afectando negativamente su calidad y aumentando significativamente las brechas socioeconómicas de la población.
Por otra parte, la subordinación de la política exterior a la política comercial y, muy especialmente a los TLC, alineó sin cuestionamientos la diplomacia chilena con las exigencias de los países desarrollados, distanciando en cambio a nuestro país de América Latina y de los países del sur. Esta política ha obstaculizado y perjudicado, en la práctica, potenciales esfuerzos para actuar junto a los países del sur frente a los poderes mundiales en temas determinantes de la agenda internacional: flujos financieros depredadores, propiedad intelectual, controversias empresa estado, medio ambiente, entre otros.
Las transformaciones económicas y sociales que se ha propuesto el gobierno del Presidente Boric y el fortalecimiento del apoyo internacional para llevarlas a cabo exigirán cambios sustantivos en la política exterior.
En efecto, para llevar a cabo una efectiva diversificación productiva, tanto las políticas unilaterales de comercio exterior como los acuerdos comerciales no pueden ser “neutros” en cuanto a aranceles, capital financiero, inversiones externas, o propiedad intelectual. Se deberá discriminar en favor de los sectores industriales o de aquellos procesos productivos, que agreguen valor y conocimientos a la nueva matriz productiva. Del mismo modo, la nueva concepción de derechos, que terminará con el lucro en educación, salud, previsión y vivienda, exige regular estrictamente la inversión externa en esos sectores.
En consecuencia, habrá que introducir criterios claros en favor de un relacionamiento externo objetivamente consistente con los cambios productivos y sociales internos que se han propuesto, así como la ampliación y consolidación de la bases internacional de apoyo para cumplir con estos propósitos.
Resulta útil, entonces, identificar los países cuyas experiencias resultan comparativamente más relevantes en relación con los cambios que el gobierno de Boric quiere llevar a cabo, para intentar establecer con ellos vínculos más estrechos (“estratégicos”, se podría decir). Consecuentemente, habrá que apuntar especialmente a aquellos países que hayan logrado ostensibles avances tecnológicos y de diversificación productiva y que, simultáneamente, hayan promovido un desarrollo humano integral, como componente preponderante. Proponemos entonces:
a) Una relación especial con los países nórdicos, los que han alcanzados logros indiscutibles en áreas de gran impacto social (salud, educación, género, vivienda, participación ciudadana, etc.), y normativa laboral (negociación colectiva entre trabajadores, empresarios y estado).
Estos estos agregan también políticas deliberadas de innovación tecnológica (con cooperación público-privada), las que han transformado su pasado extractivista en economías altamente desarrolladas. Dado su grado de afinidad con muchos de los objetivos centrales del futuro gobierno de Chile, los países nórdicos deberían servirnos de referentes, y privilegiar una alianza con ellos resultará fundamental.
b) Creemos también necesaria una alianza prioritaria con Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, e incluso China, países destacados por sus transformaciones productivas. Sus respectivas economías originalmente extractivistas y/o atrasadas tecnológicamente han experimentado también un salto extraordinario en su desarrollo. En las experiencias de estos países se identifican políticas específicas a tener presente para avanzar en nuestras propias transformaciones productivas y sobre todo en lo referido al rol del Estado y a la incorporación de la ciencia, innovación y nuevas tecnologías a nuestra economía.
Esas prioridades, que calificamos de estratégicas, no excluyen, por cierto, la mantención fluida de relaciones económicas y diplomáticas con la Unión Europea, los Estados Unidos, África y otros países de relevancia en el actual contexto mundial. Sólo queremos destacar que la propuesta de transformaciones del gobierno actual encuentra una afinidad especial con la experiencia y actual realidad de los países nórdicos y, en alguna medida, con los señalados de la cuenca del Asia-Pacífico.
c) Nos parece ineludible además impulsar decididamente la integración regional latinoamericana y recuperar las relaciones vecinales, tanto en lo diplomático es preponderante, como también por las oportunidades económicas, hasta ahora desaprovechadas. Por tanto, hay que priorizar las relaciones con América Latina en general, y dar señales claras de que la integración regional es una prioridad del programa de gobierno. Con los países limítrofes habrá que identificar, potenciar y, eventualmente, ampliar todos los mecanismos oficiales ya existentes, como también estimular las relaciones subnacionales a todo nivel, incorporando a los gobiernos regionales en este esfuerzo.
Nuestro proyecto de país, y la posibilidad de incidir con mayor presencia política en el contexto internacional, se encuentra ligado indefectiblemente a América Latina y al mundo en desarrollo. Chile debe tener una política exterior de acercamiento y cooperación económica y diplomática, especialmente activa con aquella parte del mundo con la cual comparte intereses y problemas, aún en medio de las dificultades que presenta actualmente la institucionalidad regional.
Las relaciones con los países de la región no son siempre fáciles. Contingencias políticas y diferencias ideológicas dificultan a veces los vínculos. Sin embargo, será tarea de una futura diplomacia, la identificación de intereses comunes que sirvan de base para relaciones diplomáticas pragmáticas, constructivas, y mutuamente aceptables, sin comprometer las respectivas visiones estratégicas.
Gabriel Boric ha sido claro en señalar que es preciso superar las pasiones ideológicas y las contingencias políticas, si queremos que nuestros países se entiendan en América Latina y se integren económicamente. Compartimos plenamente ese juicio. Un bloque latinoamericano nos permitirá enfrentar los desafíos del siglo XXI en mejores condiciones.
No podemos promover esquemas de integración que incluyan a unos países y excluyan al resto. Hay que aprender de la Unión Europea. A ello puede ayudar, de manera significativa, la utilización de los mecanismos de integración existentes, como la ALADI, en la que nuestro país debiera estar presente con una representación de alto nivel técnico-político, dando así una señal clara de la prioridad que asigna el gobierno a la integración regional.
Finalmente, el actual gobierno debiera buscar cómo incorporar el enorme capital humano representado por la comunidad chilena en el exterior. El aporte potencial de ese conglomerado, de más de un millón de chilenas y chilenos dispersos por el mundo representan una inmensa riqueza cultural y un universo de contactos y experiencias de incalculable valor para el desarrollo de nuestro país. Esto ha sido ignorado durante largo tiempo y el actual gobierno tiene la oportunidad de cambiar esta situación.
En suma, la ruptura con el neoliberalismo que se propone el programa de Boric debe desplegar una política internacional que efectivamente ayude a ese propósito. En el nuevo gobierno, la diplomacia, el comercio, las inversiones, la ciencia y la tecnología deben concebirse como fuerzas de apoyo a la transformación productiva, pero también como instrumentos para garantizar una sociedad de derechos sociales.
Pero, hay algo más. La política exterior debe tener siempre presente ciertos principios básicos, que son ineludibles: autonomía y preservación de nuestra soberanía nacional, promoción de la democracia y los derechos humanos, así como un compromiso con la paz y la aplicación de medios pacíficos para la resolución de controversias entre los países.
Resumen de Tesis Centrales
La política exterior es componente sustantivo de la estrategia de desarrollo;
La ruptura con el neoliberalismo exige reformular la política exterior y convertirla en instrumento útil para las transformaciones;
Salir del extractivismo, por un lado, y llegar a un estado de bienestar social, por el otro, deben constituirse en objetivos centrales de la estrategia de desarrollo;
Resulta necesario privilegiar especialmente las relaciones exteriores con aquellos países que ayuden a alcanzar los objetivos de la nueva estrategia de desarrollo;
Los Países Nórdicos, con sus avances en temas sociales relevantes y dinámica pionera en innovación científico-tecnológica, constituyen un obvio aliado estratégico potencial;
Por su parte, los mecanismos por los cuales algunos países del Asia-Pacífico han conseguido transformar economías comparativamente atrasadas, en polos de desarrollo, los convierten también en objetos de interés para Chile;
La integración regional y las relaciones regionales con América Latina, especialmente con los países limítrofes, deben priorizarse, por razones eminentemente políticas, pero también económicas y de seguridad regional, energética y alimentaria;
En el caso de los países vecinos deberán identificarse, potenciarse y, eventualmente, ampliarse los mecanismos ya existentes de cooperación subnacional, incluyendo actividades transfronterizas de carácter institucional, cultural, artístico, educacional, social, etc.;
En general, deben mantenerse con el mundo relaciones diplomáticas bilaterales y multilaterales pragmáticas y constructivas, basadas en intereses comunes, respeto mutuo, e independientes de ideologías políticas;
Defensa de nuestra soberanía, promoción de la democracia y la paz en el mundo y en las relaciones vecinales
Debe tomarse en cuenta la enorme importancia potencial del apoyo cualitativo que las y los chileno/as en el exterior pueden prestar a la construcción del nuevo Chile, instituyendo una hermenéutica eficiente y efectiva para canalizarlo.
Propuestas concretas
i) Presencia diplomática. Nos preocupa la tesis 80-20, que comprometió el presidente Boric con los funcionarios de la carrera diplomática de Cancillería para el nombramiento de embajadores. No nos gusta porque debilita la política exterior en apoyo a la propuesta de transformaciones. Por ello, estimamos conveniente que la Cancillería utilice, con mayor intensidad, el instrumento de agregados civiles y también de cónsules honorarios (con chilenos residentes en el exterior), para fortalecer vínculos políticos, económicos y tecnológicos con los países considerados prioritarios. Sería también útil la creación de consejos asesores en los consulados, integrados por representantes de las comunidades chilenas en los respectivos territorios.
ii) Chilenos en el exterior. Se estima de alta conveniencia otorgar mayor preponderancia al gran contingente de chilenos en el exterior con el propósito de: • Aprovechar sus vínculos con gobiernos y organizaciones políticas democráticas en favor de nuestro gobierno; • Ayudarnos con sus contactos con organismos internacionales, universidades, centros científicos y empresas en apoyo a nuestra propuesta de transformaciones.
iii) Integración regional. Frente a las nuevas tendencias proteccionistas en curso, que tienden a frenar la globalización (y afectar exportaciones), y teniendo en cuenta nuestra prioridad regional, habría que desplegar iniciativas políticas con los países de Sudamérica, en las siguientes direcciones:
• Simplificar los esquemas de integración existentes y precisar sus tareas. Son demasiados y generan confusión: UNASUR, MERCOSUR, CAN, ALADI, Alianza del Pacífico, ALBA, CELAC. • Compromiso para actuar en bloque en los organismos internacionales (políticos, económicos, medioambientales) multilaterales. • Convocar a los países de la región para acordar criterios comunes en el tratamiento de aspectos tales como: políticas frente a las inversiones extranjeras, medioambiente, propiedad intelectual, movimientos de capital financiero, etc. • Sería de alta conveniencia designar un(a) representante permanente como embajador en las ALADI y demás organismos de integración, con sede en Montevideo. Sería ésta una señal potente del compromiso de Chile con la integración.
Iniciativas subnacionales. Cancillería podría juntar esfuerzos con los nuevos gobernadores en las distintas regiones del país para definir líneas principales de acercamiento, que permitan impulsar acuerdos de integración subnacional (de región a región) con los países vecinos.
• Complementar las actividades de la Cancillería con el trabajo de los gobiernos regionales, así como con diversas entidades privadas. Apuntar a temas, entre otros, a temas como inversiones, fomento de las exportaciones de los productos característicos de las regiones, encadenamientos productivos con territorio aledaños, iniciativas turísticas, culturales, proyectos universitarios y tecnológicos comunes, etc.
• Por otra parte, el desarrollo de los corredores bioceánicos debería ser tarea prioritaria para la integración entre regiones, el aumento del comercio, la constitución de conglomerados para exportar a los países del Asia Pacífico y los encadenamientos productivos entre las regiones de estos países. La utilización de los puertos chilenos por parte de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay es una variable central en el proceso de integración vecinal.
• Hay que entender que los corredores bioceánicos no son solamente caminos, sino que constituyen un espacio geográfico, en el que interactúan operadores, infraestructura, mercaderías e información especializada. Es a partir estos cuatro factores que se pueden definir los corredores bioceánicos sudamericanos y su conexión con los mercados del mundo.
Iniciativas en favor de la paz y de la democracia. En particular, se podría comenzar con iniciativa para favorecer entendimientos entre gobierno de Ortega y oposición en Nicaragua, junto a facilitar la liberación de los presos políticos. (recordemos un precedente interesante de nuestra Cancillería, cuando Chile participó como observador en el acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno de Colombia)
Relaciones Chile – Bolivia.
Reflexiones sobre “El Arte de lo Posible”
Antecedentes
El ciudadano boliviano común ha crecido desde la cuna en un ambiente decididamente anti chileno, reforzado constantemente por los medios, el sistema educativo, y los sucesivos gobiernos de turno. Se culpa a Chile (y a la pérdida del mar), de ser el causante directo de prácticamente todos los males que afectan al país.
El resultado es que un insulto no menor en Bolivia es tildar a alguien de “pro- chileno”. De hecho, el gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada cayó en el 2003 esencialmente ante una suerte de insurrección popular cuya principal motivación ostensible era oponerse a exportar gas físicamente a través de Chile.
Este ambiente, ya tradicionalmente enrarecido, fue exacerbado aún más por Evo Morales (especialmente durante sus segunda y tercera administraciones). Evo hizo incluir en la Constitución aprobada en el 2009 un artículo que obliga a Bolivia a mantener la “recuperación del litoral perdido” como parte insoslayable de su política exterior, e intentó (infructuosamente), “judicializar internacionalmente” el tema del mar a través de La Haya.
La influencia política de Evo está actualmente en disminución, pero aún se mantiene, a través de su presidencia del partido de gobierno y la actividad de sus seguidores más fieles en el parlamento y en algunas instancias gubernamentales.
Eso hace que los funcionarios bolivianos de gobierno sean muy cuidadosos de no aparecer públicamente “traicionando” el “sagrado deber” de luchar permanentemente por el mar, aún cuando, en privado, se muestren ocasionalmente dispuestos a buscar formas relativamente discretas (y políticamente asépticas), de colaboración.
El próximo fallo en La Haya sobre el Río Silala será presumiblemente favorable a Chile, generándose una nueva coyuntura de tensión mediática, si bien en Bolivia comienza ya a haber un cierto grado de resignación fatalista.
La cooperación oficial entre gobiernos se complica, además, por el muy alto grado de corrupción que afecta a diversos niveles de la administración pública de Bolivia y que involucra directamente (entre otras instituciones), a altos mandos de la policía en temas tales como narcotráfico, contrabando, extorsión, y robo de vehículos.
En suma, el re-establecimiento de relaciones diplomáticas parece inviable, al menos en el corto y tal vez mediano plazos. Más bien, sería recomendable intentar avanzar en mejorar las relaciones (sin apellido), combinando pacientes y perseverantes esfuerzos “de gobierno” en áreas mutuamente aceptables, con la promoción de iniciativas menos “oficiales” que permitan progresar en la construcción gradual de confianzas.
Actividades Oficiales Sugeridas
Con el fin de normalizar sus relaciones bilaterales, el viernes 30 de abril de 2021 se reunieron por última vez en La Paz delegaciones del Estado Plurinacional de Bolivia y la República de Chile.
Convinieron avanzar en una hoja de ruta, para abordar las siguientes materias: Comité de Fronteras e Integración; Complementación Económica; Libre Tránsito; Límites; Integración Física; Culturas; Medio Ambiente; Turismo; Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación; Cooperación; Temas Consulares; Cooperación Policial; Contrabando; Control de comercio ilegal y drogas, y Recursos Hídricos Transfronterizos.
No se registran demasiados avances hasta ahora, pero todos ellos son temas que, por supuesto, deberían ser impulsados permanentemente por el lado chileno.
Algo pendiente, de gran importancia para los chilenos residentes en Bolivia, sería el establecimiento de consulados oficiales en Cochabamba y Potosí.
Actividades “No Oficiales” Plausibles
Relaciones sub-nacionales típicas, tales como el hermanamiento de ciudades y la circulación transfronteriza resultan en este caso escasamente útiles. No hay experiencias especialmente positivas en el primer caso y, en el segundo, prácticamente no existen (aparte de Colchane), poblaciones de tamaño relevante que compartan su identidad étnica aymara y que estén separadas por la frontera.
Un campo con enorme potencialidad es todo lo relacionado con intercambios de tipo cultural y artístico. En ambos países existen organizaciones e instituciones que ya tienen experiencias e interés en la materia, y el Ministerio de Cultura podría jugar un rol muy positivo facilitando indirectamente este flujo.
Similarmente, los intercambios académicos han funcionado intermitentemente, pero ofrecen un amplio campo para ser desarrollados en forma más sistemática por las universidades de ambos países.
También sería recomendable reforzar y ampliar los programas de becas de estudio para estudiantes bolivianos en Chile.
Hay diversas áreas en las cuales la asistencia técnica de Chile (posiblemente, a través de la AGCI), podría jugar un rol de importancia. Por ejemplo, en minería, silvicultura, geología, etc. Se ha ofrecido este tipo de cooperación anteriormente, hasta ahora con pocos resultados. Sin embargo, ameritaría perseverar por parte de Chile, por su gran impacto potencial en la construcción de confianzas.
En años recientes Bolivia se ha visto perjudicada por huelgas del SAG, Aduanas, Puerto, etc. que cierran la frontera o demoran el tráfico. Habría que tomar medidas para evitar que se interfiera con el libre flujo del tránsito boliviano, por justas que puedan ser las demandas laborales de los trabajadores y funcionarios chilenos involucrados.
En el caso del litio, parece haber algunas dificultades, ya que, según algunos expertos, las características técnicas de explotación y la calidad del producto son diferentes. Por ejemplo, temas de secado del mineral y otros (en Uyuni llueve bastante, y en lado chileno, no), además de que problemas logísticos conspiran fuertemente contra la competitividad del producto boliviano. Pero sin duda es un área de posible cooperación que merece seguir siendo evaluada.
Finalmente, se ha creado recientemente un “Consejo Empresarial Chile-Bolivia”, orientado a generar condiciones para el desarrollo de negocios entre ambos países. Ambas Cancillerías están al tanto de su existencia. Este organismo sostendrá un evento internacional con participación de empresarios chilenos y bolivianos el mes de junio próximo en Santa Cruz de la Sierra. La “vía empresarial” puede constituirse también en una herramienta importante para el objetivo central de mejorar las relaciones.
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