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  • Foto del escritorAldo Frites

La izquierda y el estallido 2.0

Si la derecha está complicada entre los que aprueban y rechazan la idea de una nueva Constitución, y entre los partidarios de una derecha social y los que defienden la ortodoxia friedmaniana; las izquierdas están enredadas en torno a la preeminencia de los movimientos sociales versus los que relevan el rol de los partidos, todo lo cual redunda en miradas distintas sobre un eventual estallido social 2.0.

 


Entre los “movimentistas” hay argumentos que van desde que es inevitable, pues las demandas planteadas por el estallido no han sido resueltas y más bien se han agravado producto de la pandemia y la mezquina política económica-social del gobierno; hasta que es necesaria, pues los cambios serán posibles solo si existe suficiente presión social. En el mundo social movilizado a partir del 18.0 se expresa irritación frente a la desigualdad, abuso y corrupción, y predomina la idea de que los problemas pueden ser resueltos solo con la movilización.


Los que relevan la importancia de los partidos y el sistema político subrayan que la movilización social, si bien puede poner en la agenda problemas que el sistema político no veía o no quería ver, no logra por sí sola cambios efectivos. No es otra que la experiencia de las movilizaciones que tuvieron lugar en la última década en varios países del mundo. En el caso de Chile, el 18/O no ha derivado ni en un proyecto ni en una fuerza política transformadora. Fue el acuerdo del 15 de noviembre el que permitió canalizar la energía social hacia el proceso constituyente.


No obstante, las izquierdas aparecen abrumadas por la fragmentación, por las dificultades de levantar una oposición efectiva y traumatizadas por la gran brecha que las separa del mundo social, que contrasta con su trayectoria política y que parece desautorizarlas para levantar una alternativa al actual modelo económico y social.


Más complejo todavía es que la oposición enfrenta lo que Daniel Innerarity llama la “hybris de la ciudadanía”, es decir, la ambivalencia de una sociedad a la que la política debe obedecer, pero cuyas exigencias, por estar poco articuladas políticamente, son con frecuencia contradictorias, incoherentes y disfuncionales.


Hoy esto es particularmente actual en Chile. Mientras algunos ya hablan del estallido 2.0, son cientos de miles las familias y las Pymes que sienten que luego del 18/O y la pandemia no lograrían sobrevivir un estallido 2.O, y tienen la esperanza que la energía del 18.O se canalice organizada y tranquilamente hacia una nueva sociedad, vía una constituyente exitosa y la elección de un gobierno de centro e izquierda el 2021.


Es indispensable centrar la atención en estos dos procesos e ineludible el concurso de los mundos social y político renovado y un proyecto que responda a las preocupaciones del mundo popular y los grupos medios.


Por Eugenio Rivera

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