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Piñera un personaje claro-oscuro. Por Bernardo Guerrero Jiménez

Borges escribió: “No hay cosa como la muerte/ Para mejorar la gente”. Es la historia de los hermanos Iberra, habitantes de la noche y aliados del cuchillo. Es la suerte de todos los muertos. El saber popular lo dice de otro modo: “No hay muerto malo”. Y nos va pasar a todos. La muerte nos maquilla con su crema de inmortalidad. Pero no todos seremos animitas milagrosa como la Quenita o Romualdito. Eso es santidad popular.



Piñera fue un personaje que habitó el claro-oscuro. Amasó una fortuna con la que sacó una parte para comprarse un helicóptero que lo hundió en ese lago. Una fortuna que no siempre supo decir de donde se originó. El edén, en este caso, fue un banco con el nombre de Talca. La ambición lo persiguió hasta sus últimos minutos. Senador y dos veces presidente de Chile. Una novedad para la derecha criolla. Un hermano con el cual se odian, el mentor de las AFP y otro que lo adora, un bohemio sin talento, pero con dinero. Hay que reconocerle un par de frases. Una de ella la de los cómplices pasivos.


Nunca tuvo un traje a la medida y si un par de tics que lo delataba en eso de que tenía auto-control. Tuvo viajes fracasados como el de Cúcuta a ver caer, desde palco, a Maduro. Anunció a los sufridos venezolanos que Chile, era un oasis, y les abrió las puertas a nuestro hermanos bolivarianos. Trajeron sus comidas, sus ritmos y su propio tren.


En el estadillo social demostró que gobernar no era lo suyo. No se puede especular y ganar con información desclasificada. Le declaró una guerra a un enemigo invisible cuyos soldados, espero se haya dado cuenta, eran mujeres, jóvenes y tantos otros que no sabían que este país era un oasis. Hubo por cierto delincuencia. Pero sin ánimo de generalizar, en todo estallido lo hay. Los derechos humanos fueron violados. Los traumas oculares suman cerca de 400. La lista es larga. En la cocina del excongreso, en que se buscaba frenar lo que parecía imposible, él no estuvo. Sus amigos de la derecha lo acusaron de entregar el país. ¿A quién, si este país está entregado a un par de familias? En su segundo período terminó con los índices de desaprobación más bajo que se tengan registros. Su velorio y muerte, en un rito fúnebre rigurosamente planificado ha desplazado las urgecias de este país. Todos los sectores han entregado su pésame. Ha comenzado la canonización. No hay voces que contradigan al personaje en cuestión. No fue un ser transparente, habitó el pais del claro-oscuro. Su muerte dejó fuera de la agenda a los damnificados de Valparaíso.


Espero que las autoridades tengan con el pueblo el mismo trato y ritual con los cientos de fallecidos.


Tuvo en un balance generoso más de lo oscuro que de lo claro.


Siento su muerte como la de otros que fueron asesinados y cuyos cuerpos fueron lanzados al mar. Su muerte lo sobreselló, recordemos estaba imputados por violación de derechos humanos. La historia no lo absolverá.


Bernardo Guerrero Jiménez

Sociólogo.


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