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Una nueva fuerza con voluntad de ser por Germán Correa

Se equivocan quienes piensan que los independientes son una realidad “heterogénea” y “amorfa”. Siguen así sin entender nada. Los independientes reflejan las demandas levantadas en el Estallido de Octubre de 2019. Son la expresión política de ese inmenso movimiento social. Son, en suma, una fuerza política y su presencia cuantiosa en la Convención Constituyente será una realidad que marcará en buena medida su curso, y más allá. Básicamente, por su voluntad de ser.

 


¿Hasta cuándo será que el amplio mundo de los “analistas políticos” de columnas periodísticas dejarán de decir que “no la vieron venir”?. ¿También los “encuestólogos”?. Los resultados de las elecciones de constituyentes, gobernadores, concejales y alcaldes impactaron a medio mundo. Sobre todo por la baja votación, menor que la del Apruebo-Rechazo. A muchos ese número nos dejó por una horas con la amarga sensación de que quienes no quieren ninguna cambio en el país, especialmente la Derecha, iba a lograr su avieso propósito de ser la fuerza que pudiera bloquear cambios constitucionales profundos. Y no fue así. Llama la atención y debe ser sin embargo objeto de un análisis fino ese 57% de votantes que consistentemente no vota, ya que muestra una debilidad democrática que debe ser enfrentada.


Lo que más llama la atención es la irrupción del mundo de los independientes, que lograron vencer las barreras que les imponía la arquitectura armada por los desprestigiados partidos políticos de que la elección de constituyentes debía hacerse por la misma ley que rige las elecciones de parlamentarios. Y de hecho muchos de éstos, tanto ex como activos, se candidatearon, haciendo oídos sordos al resultado 80/20 en su contra del plebiscito A-R, y así fue también como les fue.


Se equivocan quienes piensan que los independientes son una realidad “heterogénea” y “amorfa”. Siguen así sin entender nada. Los independientes reflejan las demandas levantadas en el Estallido de Octubre de 2019. Son la expresión política de ese inmenso movimiento social. Son, en suma, una fuerza política y su presencia cuantiosa en la Convención Constituyente será una realidad que marcará en buena medida su curso, y más allá. Básicamente, por su voluntad de ser.


Primero, la Convención Constituyente, así denominada por el mundo político institucional para hacerle el quite el simbólico nombre de “Asamblea Constituyente” que la calle demandaba, de hecho irá derivando, por su conformación, sus dinámicas y su lógica, en tal dirección. Porque es una cuestión de soberanía popular, la misma que el acuerdo de noviembre de 2015 binominalizó y quiso encapsular en los 2/3. De hecho, los resultados del fin de semana ya terminaron con esa traba de su plena expresión.


Segundo, los independientes lo son de partidos, pero no de causas ciudadanas. Todos ellos representan alguna de éstas. Y más. Porque quienes crean que los ambientalistas estarán sólo preocupados de cuestiones ligadas a la protección del medio ambiente, “los arbolitos y los pajaritos” como dijo un Ministro de Economía alguna vez, se equivocan. Porque tienen también ideas claras y propuestas respecto a la ligazón indisoluble que esto tiene con el modelo neoliberal extractivista y ambientalmente depredador y al rol subsidiario que éste le otorga al Estado, desarmándolo de herramientas claves para orientar el desarrollo nacional en una perspectiva sostenible, y de ahí para adelante. Y así con cada una de las causas que el mundo independiente representa. En suma, son una fuerza contra-modelo en todas sus expresiones y en todos los ámbitos que deberá abordar la Nueva Constitución.


Tercero, habiéndose transformado en una fuerza, venciendo todas las trampas y letras chicas que le puso la institucionalidad que termina, no hay ninguna razón que no quieran proyectarse desde el espacio constituyente al espacio de la política institucional, que aún se da en los marcos de la vieja política, a las elecciones parlamentarias y presidenciales. De hecho, debieran hacerlo, para ir cerrando una brecha entre lo que va feneciendo y lo que está naciendo. Independientemente del hecho de que es probable que, como parte del trabajo constituyente, haya que volver a elegir autoridades nacionales y sub-nacionales una vez aprobada la Nueva Constitución. Esto, porque es altamente probable que ésta termine con el desequilibrio de poderes entre Ejecutivo y Legislativo y y con el presidencialismo zarista que caracteriza la institucionalidad de la Constitución que muere así como con la bi-cameralidad del Congreso y el sistema de representación, como también que recomponga el cuadro de la distribución del poder entre el gobierno nacional y los gobiernos regionales y locales, descentralizando profundamente el país, entre algunos elementos. Pero para que puedan competir en igualdad de condiciones con las listas de partidos es clave modificar la ley electoral para que los independientes puedan levantar listas propias y son letra cica que los deje en desventaja con las listas de partidos.


Cómo participarán en las parlamentarias y presidenciales, si poniéndose de acuerdo con algunas de las alternativas en la cancha o levantando perfil propio, es algo que está por verse. Pero esto es algo que se va a dar, ya que no sería lógico que no se diera, poniéndose en sintonía con el proceso tectónico que está bajo todo el acontecer nacional desde octubre de 2019, que ha llevado al pueblo chileno a una posibilidad de protagonismo que nunca antes se le había dado con la contundencia y decisividad que estamos viviendo. En buena hora.

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